martes, 28 de febrero de 2012
Privatizando el Mundo
O documental aborda a realidade manipulada que rodea diferentes bens, que a súa directora Carole Poliquin define como "comúns", no sentido de que certos bens non poden pertencer a entidades gobernamentais, políticas ou a individuos, senón á humanidade mesma.
O río perténcenos polo simple feito de pasar polo noso territorio?
A partir deste e outras formulacións, a realizadora denuncia a privatización e a comercialización de certos bens e servizos. Exhibe á auga como parte dun ben común que pertence, non só á humanidade, senón a un fráxil ecosistema:
Privatización da auga:
As corporacións entenden que a auga debe ser comercializada igual que o petróleo, que é lóxico "extraela de onde máis hai, e vendela a quen máis paga. Pero arguméntase que a auga é necesaria para a vida, que non se pode ter acceso á auga soamente en función do nivel económico.
Propiedade sobre as sementes:
Grandes multinacionais desenvolven unha serie de sementes e véndenas xunto cunha licenza de uso, dicindo que quen non as queira, que non as compre. Os agricultores argumentan que xa non hai no mercado outras sementes, que ademais se nacen plantas nas súas terras coas modificacións feitas pola multinacional, xa sexa porque quedan na terra doutros anos, que chegan co vento ou calquera razón, poden ser denunciados ao "incumprir" a licenza imposta.
Patentes xenéticas:
Hai laboratorios que conseguiron patentar xenes, e o xustifican alegando que teñen que recuperar o investimento realizado para "descubrir" ese xene. Calquera posible solución que afecte a problemas relacionados con ese xene, só poderá ser levada a cabo se se paga os royaltys correspondentes. Nin sequera se pode investigar sobre ese xene sen pagar.
Privatización da saúde:
Os gobernos ceden e impulsan os cidadáns a contratar seguros particulares e a usar a "saúde privada". Isto provoca que o diñeiro destinado á saúde non flúa dentro da sociedade, senón que o diñeiro público se desvía cara ás grandes compañías de seguros e a mans privadas. A saúde das persoas pasa a ser un "obxecto" de negocio. Se non tes diñeiro, terás atención sanitaria.
Patentes dos medicamentos:
Neste caso falan do caso de Brasil, de como se reservou o Estado a posibilidade de "infrinxir" patentes sobre medicamentos en caso de necesidade pública, xa que moitos deses medicamentos teñen un prezo desorbitado e eles teñen a capacidade de fabricalos de forma xenérica (como o caso dos retro antivirales). En Brasil anteponse o benestar dos seus cidadáns ao beneficio das multinacionais, neste aspecto.
Acordos comerciais:
Por último trátase sobre a importancia dos acordos comerciais, nos que moitas veces as grandes corporacións están por enriba da soberanía dos estados, e ata se reservan a posibilidade de denunciar aos gobernos se incumpren os acordos.
Parece incrible ver o poder e influencia que pode chegar a ter unha empresa, que recordemos, normalmente detrás dela non hai ningún responsable, é dicir, que os desastres que poida provocar unha empresa os pagará a propia empresa e non as persoas que hai detrás dela, xa que se os "xestores" alegan que actuaban de boa fe, quedan exentos de toda culpa. E se a empresa non ten diñeiro? Paga o Estado, pagámolo todos.
The Money Fix (La solución al dinero)
O diñeiro está presente en case todos os aspectos da vida moderna. A maioría de nós damos o sistema monetario por sentado, pero ten unha profunda e incomprendida influencia nas nosas vidas. A solución ao diñeiro é unha longametraxe documental que explora a relación da nosa sociedade co todopoderoso dólar. Nel examínanse os patróns económicos, tanto no mundo humano como o natural e documenta tres tipos de sistemas monetarios alternativos que poden axudar a resolver os problemas económicos das comunidades nas que operen. Duración: 1 hora, 19 minutos e 5 segundos País: USA Idioma: Inglés (con subtítulos en Español) Licenza: CC - Attribution Non-commercial No Derivatives Género: Documental Produtor: Alan Rosenblith Director: Alan Rosenblith
Las deudas ecológicas de la democracia moderna
Por Florent Marcellesi, activista ecologista e investigador; miembro del Consejo de redacción de la revista Ecología Política.
Artículo publicado en la revista Ecología Política, n. 42.
El movimiento del 15-M ha puesto en evidencia la profunda deuda que han contraído las sociedades modernas con la democracia. A su vez, la democracia moderna tiene una deuda latente con la ecología política y con su lucha por extender la autonomía personal y la solidaridad colectiva en el espacio (solidaridad transnacional), en el tiempo (solidaridad transgeneracional) y al conjunto de la naturaleza (solidaridad biocéntrica e interespecie). Sobre todo, esta democracia no suele integrar en sus procesos algunos aspectos que, además de ampliar nuestros círculos de solidaridad, son centrales para la transición hacia una supervivencia civilizada de la especie humana: la cuestión de la autolimitación, la representación de los sin voz, la gobernanza glocal y la capacidad de responder a la urgencia ecológica.
En este artículo, no tengo ninguna intención de ser exhaustivo, ni de hallar la solución perfecta. Me ceñiré para cada reto a exponer pinceladas de diagnóstico y de propuestas que espero puedan ser de utilidad para todas aquellas personas inquietas y ansiosas de alternativas, tanto en las instituciones como en la calle.
Para no caer en tentaciones autoritarias —o, peor, ecofascistas— y asumiendo que un modelo descentralizado y participativo es la forma más eficiente de alcanzar el objetivo (Marcellesi: 2008, p6), es común leer en los movimientos ecologistas y transformadores que se decidirán de forma democrática las necesidades (básicas, sociales, instrumentales, etc) ajustadas a los límites ecológicos y a la equidad social. Sin embargo, es menos común encontrar propuestas concretas de cómo articular esta “democracia de las necesidades”. Y no son pocas las preguntas: ¿Quién define y cómo lo que es una necesidad colectiva? ¿Qué necesidades se ponen a debate? ¿Cómo se combina este debate con las libertades individuales, puesto que la satisfacción individual puede entrar en conflicto con las aspiraciones colectivas? Es por tanto importante definir procesos o herramientas democráticos que permitan hacer realidad lo que Riechmann llama la “autogestión colectiva de las necesidades y los medios para su satisfacción” (2008, p.54)
Alcanzar esta reconstrucción colectiva de nuestras necesidades, sin imposiciones, pasa primero por un proceso de reapropriación democrática de la riqueza donde planteamos abiertamente por qué, para qué, hasta dónde y cómo producimos y consumimos. En este sentido Viveret (2002), en un informe solicitado por el gobierno francés de la izquierda plural (1997-2002), animaba a organizar debates participativos a escala estatal, regional o local, sobre “la naturaleza de la riqueza, su cálculo y su circulación”. De hecho, la New Economics Foundation, quien promueve un cambio radical de norma en el trabajo al proponer la semana laboral de 21 horas, defiende una idea parecida: “un debate nacional acerca de cómo usamos, valoramos y distribuimos el trabajo y el tiempo” (Coote et al: 2010, p.38). Aunque no detallan cómo llevar a cabo esta propuesta, podemos encontrar algunas iniciativas llevadas de forma participativa en la práctica: desde las instituciones con la “Iniciativa Spiral” del Consejo de Europa, (1) desde los movimientos sociales, con el “Parlamento de la calle” en Québec que dio lugar al “producto interno suave” (2) o en el Sur, con el indicador de “buen vivir sostenible” para el Estado de Acre, uno de los más “pobres” de Brasil. (3)
Por su parte, las “iniciativas en Transición” (4) son también un movimiento que de forma genuina quiere compaginar límites del crecimiento con nuevas formas de democracia. Asumen como punto de partida que nuestras sociedades tienen que superar a la vez el cambio climático y el techo del petróleo, y buscan soluciones compartidas basadas en procesos comunitarios y deliberativos (a nivel de ciudad, de barrio, de escuela, etc). Aficionadas a metodologías dinamizadoras tipo World Café o Open Space, apuestan por la inclusión como valor central para ser capaz de sumar de forma pragmática a numerosas personas, colectivos, asociaciones, empresas e instituciones. A través también de herramientas de “democracia económica” como las monedas alternativas, los grupos de consumo o los bancos de tiempo, practican la autolimitación —sin necesariamente tener que mencionarla— desde la relocalización ecológica, solidaria y resiliente de la economía.
Además, nos llegan desde el Sur propuestas en torno al sumak kawsay y los «derechos de la naturaleza» que revolucionan nuestra cosmopolítica moderna. Si, como lo dice la Constitución de la República de Ecuador del 2008, la «Pacha Mama (…) tiene derecho a que se respete integralmente su existencia y el mantenimiento y regeneración de sus ciclos vitales», eso implica que la naturaleza, y sus diferentes componentes, se convierten en sujeto político que de una forma u otra se tendrán que ir incorporando en nuestros procesos democráticos humanos. Dicho de otro modo, tenemos que contestar a la pregunta que ya hacía Barbara Ward en 1972: ¿quién defiende la Tierra?
Ante la actual máquina representativa silenciadora de los intereses de las generaciones futuras y de los no-humanos, encontramos primero dos propuestas que tienen en común la articulación de un sistema bicameral para ampliar los espacios de controversias y debates. Por una parte, Bourg y Whiteside plantean en su propuesta de “democracia ecológica” una “bioconstitución” donde se pondría en marcha el “Senado del futuro”. Este Senado encarnaría específica y exclusivamente los intereses largo placistas, y con integrantes elegidos en base a programas también largo placistas. Los autores introducen también en este panorama la presencia de las ONG ecologistas en órganos deliberativos de los poderes públicos (Bourg, Whiteside: 2009). De hecho, al igual que existe un diálogo social con los sindicatos, tampoco es descabellado imaginar por esta vía un “diálogo ecológico” con nuevos agentes que defienden el medio ambiente, generaciones futuras y/o poblaciones del Sur.
Por su parte, Latour propone completar el actual Congreso, el de los seres humanos y que llama “la cámara de los valores”, con un “Parlamento de las cosas”. En esta “cámara de los hechos”, estarían personas reconocidas por su competencia en un ámbito particular y que representarían las “cosas” (atún rojo, abejas, bosques, etc.), al igual que los diputados tradicionales representan hoy día la ciudadanía. Según Latour (2006), este parlamento “extiende a las cosas el privilegio de la representación, la discusión democrática y el derecho”, lo cual a primera vista casa con los avances en el Sur de los derechos de la naturaleza.
En paralelo a estas propuestas, también recojo aquí tres iniciativas que apuntan al mismo sentido y pienso son generalizables:
Mientras ampliamos la descentralización como herramienta para la construcción de comunidades y sociedades resilientes (disminución de la conectividad económica y energética global), la situación socio-ambiental mundial requiere de alianzas globales más allá del ecomunicipalismo (aumento de la conectividad democrática global). Asimismo, según el grupo Great Transformation Initiative, “la transformación mundial necesitará el despertar de un nuevo actor social: un amplio movimiento de ciudadanos del mundo que exprese una identidad supranacional y construya nuevas instituciones para una era planetaria” (2010, p3). Los Foros Sociales Mundiales desde 2001 (con sus altibajos sobre cuestiones ambientales), la movilización social en la cumbre sobre cambio climático de Copenhague en 2009, la Conferencia Mundial de los Pueblos sobre el Cambio Climático y los Derechos de la Madre Tierra en Cochabamba en 2010, la protesta planetaria del 15-O de los Indignados en 2011, son demostraciones de la facultad de la sociedad civil a ser un agente de cambio organizado en redes de redes a nivel supralocal, permitiendo un trasvase constante entre lo local y lo global y vice versa.
Por otro lado, tras el fracaso de la Cumbre de Copenhague, también es necesario repensar la estructura institucional mundial hacia un “marco deliberativo global”. Por ejemplo, retomemos una vieja reivindicación ecologista, además defendida por algunos gobiernos: la Organización Mundial del Medio Ambiente que tendría como objetivo, entre otras cosas, promover la participación social en relación con los conflictos ecológicos y los bienes comunes mundiales (por ejemplo a través de ONG internacionales y locales o de conferencias de consenso globales). Además, juntemos esta idea con el «Tribunal Internacional de Justicia Climática» propuesto por la Conferencia de Cochabamba en 2010. En paralelo demos un paso más hacia la democracia global con la creación de un “Parlamento mundial” que supere las actuales carencias de la Asamblea General de Naciones Unidas, instaurando una forma de proporcionalidad entre el peso político de un Estado y su número de escaños y llegando, ojalá aunque pueda sonar utópico, a organizar un escrutinio universal (Onesta, 2007).(8) A más corto-medio plazo, está sobre todo al alcance optar por una mayor integración europea, más allá de los Estados-Naciones poco aptos para responder a problemas transfronterizos o a la crisis de las deudas soberanas —profundamente relacionada con la crisis de la economía real-real (la de los flujos de materia y energía). Este federalismo europeo,(9) que espero pueda venir de un verdadero proceso constituyente europeo, no sería un nuevo romantismo supranacional sino una realidad regional de dimensión adaptada (dentro de la actual globalización económica) para impulsar otro modelo de producción y consumo (hacia la relocalización ecológica de la economía).
Sin negar esta objeción, estas reflexiones se basan por un lado en la predominancia de un escenario de tipo “colapso” (10) y, por otro lado, tienden a favorecer una respuesta a través de una élite eco-ilustrada. Si bien estoy de acuerdo en que hay prisa en adoptar cambios estructurales y no queda casi margen de maniobra para equivocarse, la capacidad de aguante del sistema actual ante el derrumbe social y civilizacional (por encima, por ejemplo, de lo que predicaba el primer informe del Club de Roma en 1972) parece indicar que todavía es probable que exista una “ventana de sostenibilidad” para alcanzar reformas sustanciales y compatible con una transición democrática hacia una sostenibilidad solidaria local y global (que requeriría en torno a una generación). Dicho lo dicho, lo escrito no deja de ser una apuesta con cierta dosis de fe en el ser humano (al igual que los ecologistas del colapso aplican otros tipos de creencias, más pesimistas y hobbesianas, sobre la humanidad). Simplemente, tenemos que admitir que los escenarios de futuro no pueden ser pronosticados puesto que carecemos de una información completa sobre el estado actual del sistema, que no podemos prever la evolución de sistemas complejos turbulentos y que tampoco podemos anticipar las decisiones humanas futuras ante dichas evoluciones.
En conclusión, dentro de la democracia ecológica del siglo XXI marcada por la incertidumbre y la indeterminación, nuestra primera meta es poner todos los recursos para construir sociedades resilientes y cohesionadas preparadas a enfrentarse a cambios bruscos y a probables puntos de ruptura e inflexión. Mi apuesta es clara: no solo es deseable sino que es también posible desde una democracia radicalmente reformada desde la ecología.
Referencias:
Bourg, D. y Whiteside, K. (2009): Pour une démocratie écologique. Disponible en:
http://www.laviedesidees.fr/Pour-une-democratie-ecologique.html?lang=fr
Coote Anna, Jane Franklin and Andrew Simms (2010): 21 horas: Por qué una semana laboral más corta puede ayudarnos a prosperar en el siglo XXI, New Economics Foundation. Disponible en castellano en http://www.ecopolitica.org/
Great Transition Initiative (2010): Imagine All the People: Hacia un movimiento de ciudadanos del mundo, en Visiones y caminos para un futuro lleno de esperanza, GTI.
Latour, B. (2006): “El Parlamento de las cosas”, la Vanguardia, 08.02.2006
Latour, B. (2010): “Remettre les non humains au coeur de la politique”. Ecorev, Invierno 2010, n34.
Marcellesi, F. (2008): Ecología política: génesis, teoría y praxis de la ideología verde, Bakeaz.
Onesta, Gérard (2007): “A European to a Wolrd Parliament” en The Case for global democracy, advocating a United Nations Parliamentary Assembly, Kauppi et al.
Semal, L. y Villalba, B. (2010): “Obsolescence de la durée et actualité du délai”. Ecorev, Invierno 2010, n34.
Riechmann, Jorge (2008): “¿Cómo cambiar hacia sociedades sostenibles? Reflexiones sobre biomímesis y autolimitación”, Democracia Ecológica. Formas y experiencias de participación en la crisis ambiental.
Riechmann, Jorge (2005): Un mundo vulnerable: ensayos sobre ecología, ética y tecnociencia, Los Libros de la Catarata, Madrid 2000
Viveret, Patrick (2002): Reconsidérer la richesse : rapport final de la mission “nouveaux facteurs de richesse”, Secrétariat d’Etat à l’économie solidaire, Paris
Notas:
(1) El Consejo de Europa impulsa en varias localidades europeas la elaboración participativa de indicadores de progreso y de bienestar compartido por todas las personas y agentes de un territorio. Más información: https://spiral.cws.coe.int/
(2) El Parlamento de la calle fue un ejercicio de democracia directa impulsado por movimientos de lucha contra la pobreza que interpeló la Asamblea Nacional de Québec. Como respuesta, el Primer Ministro quebequense creó un órgano llamado el “Cruce de los saberes”. De sus trabajos nació el indicador “producto interno suave”. Más información: http://www.produitinterieurdoux.org/
(3) El estado de Acre ha definido un indicador de “buen vivir sostenible” que tiene en cuenta su principal riqueza: el bosque amazónico. El proceso se ha llevado a cabo de forma participativa con economistas brasileños y la sociedad civil local —en primer lugar, los pueblos indígenas— y ha contado con el asesoramiento de una ONG y una universidad francesas. Más información: http://www.france-libertes.org/Creation-de-l-Indicateur-de-bien.html
(4) Más información en http://movimientotransicion.pbworks.com
(5) Más información: http://jno.hu/en/?&menu=intro
(6) Más información: http://www.klimabuendnis.org/
(7) La Great Initiative Transition propone de hecho una triple dinámica “Desde abajo: las responsabilidades deberán desplazarse hacia los niveles locales dentro del espíritu de subsidiariedad y participación. Desde arriba: las crecientes necesidades de gobernabilidad global desplazarán una parte mayor de la toma de decisiones al contexto internacional. Desde los lados, los negocios y la sociedad civil se convertirán en socios más activos de la gobernabilidad.” (Raskin et al. (2002): La Gran Transición: la promesa y la atracción del futuro, Instituto Ambiental de Estocolmo, p54).
(8) Incluso existe una campaña mundial para una Asamblea Parlamentaria en la ONU: http://es.unpacampaign.org/about/index.php
(9) Por ejemplo, los premios Nobel de economía del 2011 recomiendan que, para superar la crisis, Europa se dote de un presupuesto federal al igual que lo hizo Estados Unidos tras su independencia en 1776. Fuente: http://www.lemonde.fr/economie/article/2011/10/10/resoudre-la-crise-de-la-dette-un-jeu-d-enfant-pour-les-nobel-d-economie_1585401_3234.html
(10) Llamo colapso a un escenario de futuro donde los conflictos y las crisis entran en una espiral descontrolada y las instituciones se desploman.
Artículo publicado en la revista Ecología Política, n. 42.
El movimiento del 15-M ha puesto en evidencia la profunda deuda que han contraído las sociedades modernas con la democracia. A su vez, la democracia moderna tiene una deuda latente con la ecología política y con su lucha por extender la autonomía personal y la solidaridad colectiva en el espacio (solidaridad transnacional), en el tiempo (solidaridad transgeneracional) y al conjunto de la naturaleza (solidaridad biocéntrica e interespecie). Sobre todo, esta democracia no suele integrar en sus procesos algunos aspectos que, además de ampliar nuestros círculos de solidaridad, son centrales para la transición hacia una supervivencia civilizada de la especie humana: la cuestión de la autolimitación, la representación de los sin voz, la gobernanza glocal y la capacidad de responder a la urgencia ecológica.
En este artículo, no tengo ninguna intención de ser exhaustivo, ni de hallar la solución perfecta. Me ceñiré para cada reto a exponer pinceladas de diagnóstico y de propuestas que espero puedan ser de utilidad para todas aquellas personas inquietas y ansiosas de alternativas, tanto en las instituciones como en la calle.
La democracia de la autolimitación
Ante el carácter despilfarrador de las sociedades occidentales, principal causante de la crisis ecológica, uno de los factores decisivos es la autolimitación (Riechmann, 2008). Dicho de otra manera más institucional, la gestión global de la demanda es una prioridad, no solo en temas más aceptados como el agua o la energía sino también en todos los aspectos del consumo de masas: consumo de carne y pescado, emisiones de CO2, uso de recursos naturales (renovables y no renovables), espacio de tierra disponible, opulencia material aceptable… Por supuesto, establecer límites a nuestro consumo y distribuir los pedazos de naturaleza que nos corresponden según principios de justicia ambiental, y sobre todo de forma ordenada y asumida por todos y todas, plantea un reto de gran magnitud para la res publica.Para no caer en tentaciones autoritarias —o, peor, ecofascistas— y asumiendo que un modelo descentralizado y participativo es la forma más eficiente de alcanzar el objetivo (Marcellesi: 2008, p6), es común leer en los movimientos ecologistas y transformadores que se decidirán de forma democrática las necesidades (básicas, sociales, instrumentales, etc) ajustadas a los límites ecológicos y a la equidad social. Sin embargo, es menos común encontrar propuestas concretas de cómo articular esta “democracia de las necesidades”. Y no son pocas las preguntas: ¿Quién define y cómo lo que es una necesidad colectiva? ¿Qué necesidades se ponen a debate? ¿Cómo se combina este debate con las libertades individuales, puesto que la satisfacción individual puede entrar en conflicto con las aspiraciones colectivas? Es por tanto importante definir procesos o herramientas democráticos que permitan hacer realidad lo que Riechmann llama la “autogestión colectiva de las necesidades y los medios para su satisfacción” (2008, p.54)
Alcanzar esta reconstrucción colectiva de nuestras necesidades, sin imposiciones, pasa primero por un proceso de reapropriación democrática de la riqueza donde planteamos abiertamente por qué, para qué, hasta dónde y cómo producimos y consumimos. En este sentido Viveret (2002), en un informe solicitado por el gobierno francés de la izquierda plural (1997-2002), animaba a organizar debates participativos a escala estatal, regional o local, sobre “la naturaleza de la riqueza, su cálculo y su circulación”. De hecho, la New Economics Foundation, quien promueve un cambio radical de norma en el trabajo al proponer la semana laboral de 21 horas, defiende una idea parecida: “un debate nacional acerca de cómo usamos, valoramos y distribuimos el trabajo y el tiempo” (Coote et al: 2010, p.38). Aunque no detallan cómo llevar a cabo esta propuesta, podemos encontrar algunas iniciativas llevadas de forma participativa en la práctica: desde las instituciones con la “Iniciativa Spiral” del Consejo de Europa, (1) desde los movimientos sociales, con el “Parlamento de la calle” en Québec que dio lugar al “producto interno suave” (2) o en el Sur, con el indicador de “buen vivir sostenible” para el Estado de Acre, uno de los más “pobres” de Brasil. (3)
Por su parte, las “iniciativas en Transición” (4) son también un movimiento que de forma genuina quiere compaginar límites del crecimiento con nuevas formas de democracia. Asumen como punto de partida que nuestras sociedades tienen que superar a la vez el cambio climático y el techo del petróleo, y buscan soluciones compartidas basadas en procesos comunitarios y deliberativos (a nivel de ciudad, de barrio, de escuela, etc). Aficionadas a metodologías dinamizadoras tipo World Café o Open Space, apuestan por la inclusión como valor central para ser capaz de sumar de forma pragmática a numerosas personas, colectivos, asociaciones, empresas e instituciones. A través también de herramientas de “democracia económica” como las monedas alternativas, los grupos de consumo o los bancos de tiempo, practican la autolimitación —sin necesariamente tener que mencionarla— desde la relocalización ecológica, solidaria y resiliente de la economía.
La democracia de los sin voz
Con el concepto de “sin voz”, me refiero a dos categorías principales que carecen de representación hoy día en nuestros sistemas democráticos establecidos: los seres humanos —que viven en tierras lejanas como en los países del Sur o que todavía no han nacido como las generaciones futuras—, y el resto de seres vivos y no vivos. De hecho, comparto la sorpresa de Bruno Latour que se pregunta ¿por qué “hemos pensado que la política (era) un asunto de humanos entre sí? Puesto que (…) siempre han interactuado humanos y no humanos y que la política siempre ha sido también una definición de cosmos.” (2010) Por lo cual, comparto a su vez la propuesta de Jorge Riechmann de “superar nuestro arrogante antropocentrismo y aprender a hablar (…) en nombre de las generaciones futuras, de las restantes especies vivas, de todos aquellos que no pueden participar en nuestros consejos o asambleas pero se ven sin embargo afectados por nuestras decisiones (2005, p.201).Además, nos llegan desde el Sur propuestas en torno al sumak kawsay y los «derechos de la naturaleza» que revolucionan nuestra cosmopolítica moderna. Si, como lo dice la Constitución de la República de Ecuador del 2008, la «Pacha Mama (…) tiene derecho a que se respete integralmente su existencia y el mantenimiento y regeneración de sus ciclos vitales», eso implica que la naturaleza, y sus diferentes componentes, se convierten en sujeto político que de una forma u otra se tendrán que ir incorporando en nuestros procesos democráticos humanos. Dicho de otro modo, tenemos que contestar a la pregunta que ya hacía Barbara Ward en 1972: ¿quién defiende la Tierra?
Ante la actual máquina representativa silenciadora de los intereses de las generaciones futuras y de los no-humanos, encontramos primero dos propuestas que tienen en común la articulación de un sistema bicameral para ampliar los espacios de controversias y debates. Por una parte, Bourg y Whiteside plantean en su propuesta de “democracia ecológica” una “bioconstitución” donde se pondría en marcha el “Senado del futuro”. Este Senado encarnaría específica y exclusivamente los intereses largo placistas, y con integrantes elegidos en base a programas también largo placistas. Los autores introducen también en este panorama la presencia de las ONG ecologistas en órganos deliberativos de los poderes públicos (Bourg, Whiteside: 2009). De hecho, al igual que existe un diálogo social con los sindicatos, tampoco es descabellado imaginar por esta vía un “diálogo ecológico” con nuevos agentes que defienden el medio ambiente, generaciones futuras y/o poblaciones del Sur.
Por su parte, Latour propone completar el actual Congreso, el de los seres humanos y que llama “la cámara de los valores”, con un “Parlamento de las cosas”. En esta “cámara de los hechos”, estarían personas reconocidas por su competencia en un ámbito particular y que representarían las “cosas” (atún rojo, abejas, bosques, etc.), al igual que los diputados tradicionales representan hoy día la ciudadanía. Según Latour (2006), este parlamento “extiende a las cosas el privilegio de la representación, la discusión democrática y el derecho”, lo cual a primera vista casa con los avances en el Sur de los derechos de la naturaleza.
En paralelo a estas propuestas, también recojo aquí tres iniciativas que apuntan al mismo sentido y pienso son generalizables:
- El Ombudsman del futuro: el defensor de las generaciones futuras ya existe por ejemplo en Hungría. Además de salvaguardar el derecho constitucional de las generaciones presentes a un medio ambiente sano, actúa como guardián de las generaciones futuras al abogar por la sostenibilidad en todas las leyes nacionales y locales relevantes y al fomentar la intervención de la sociedad civil en estos asuntos.(5)
- El defensor de los animales: existe esta figura jurídica en el cantón de Zurich en Suiza que sin embargo, tras un referéndum federal, no se consiguió extender a todo el país.
- Representantes del Sur en las asambleas del Norte: la red de municipios “Alianza del Clima” (6) otorga de forma estructural la vicepresidencia de su organización a representantes de las poblaciones indígenas de los bosques tropicales.
La democracia glocal
Desde su creación, los movimientos ecologistas lo tienen claro: hay que “pensar global y actuar local” acercando los procesos de deliberación y decisión a la ciudadanía para una mejor cogestión y distribución de nuestros recursos naturales. Al mismo tiempo y aunque esta articulación tardó en cuajar, la Cumbre de la Tierra de 1992 terminó de asentar un nuevo consenso mundial: solo podremos luchar de forma eficiente contra retos globales, como el calentamiento global, la perdida de biodiversidad, la deforestación, etc., con respuestas globales. Se establece de esta manera una danza dialéctica entre dos dinámicas complementarias desde abajo y desde arriba. La democracia de la glocalidad refuerza ambos espacios de participación locales y globales, garantizando una correcta articulación entre ambas dimensiones tanto desde las instituciones como desde los movimientos sociales.(7)Mientras ampliamos la descentralización como herramienta para la construcción de comunidades y sociedades resilientes (disminución de la conectividad económica y energética global), la situación socio-ambiental mundial requiere de alianzas globales más allá del ecomunicipalismo (aumento de la conectividad democrática global). Asimismo, según el grupo Great Transformation Initiative, “la transformación mundial necesitará el despertar de un nuevo actor social: un amplio movimiento de ciudadanos del mundo que exprese una identidad supranacional y construya nuevas instituciones para una era planetaria” (2010, p3). Los Foros Sociales Mundiales desde 2001 (con sus altibajos sobre cuestiones ambientales), la movilización social en la cumbre sobre cambio climático de Copenhague en 2009, la Conferencia Mundial de los Pueblos sobre el Cambio Climático y los Derechos de la Madre Tierra en Cochabamba en 2010, la protesta planetaria del 15-O de los Indignados en 2011, son demostraciones de la facultad de la sociedad civil a ser un agente de cambio organizado en redes de redes a nivel supralocal, permitiendo un trasvase constante entre lo local y lo global y vice versa.
Por otro lado, tras el fracaso de la Cumbre de Copenhague, también es necesario repensar la estructura institucional mundial hacia un “marco deliberativo global”. Por ejemplo, retomemos una vieja reivindicación ecologista, además defendida por algunos gobiernos: la Organización Mundial del Medio Ambiente que tendría como objetivo, entre otras cosas, promover la participación social en relación con los conflictos ecológicos y los bienes comunes mundiales (por ejemplo a través de ONG internacionales y locales o de conferencias de consenso globales). Además, juntemos esta idea con el «Tribunal Internacional de Justicia Climática» propuesto por la Conferencia de Cochabamba en 2010. En paralelo demos un paso más hacia la democracia global con la creación de un “Parlamento mundial” que supere las actuales carencias de la Asamblea General de Naciones Unidas, instaurando una forma de proporcionalidad entre el peso político de un Estado y su número de escaños y llegando, ojalá aunque pueda sonar utópico, a organizar un escrutinio universal (Onesta, 2007).(8) A más corto-medio plazo, está sobre todo al alcance optar por una mayor integración europea, más allá de los Estados-Naciones poco aptos para responder a problemas transfronterizos o a la crisis de las deudas soberanas —profundamente relacionada con la crisis de la economía real-real (la de los flujos de materia y energía). Este federalismo europeo,(9) que espero pueda venir de un verdadero proceso constituyente europeo, no sería un nuevo romantismo supranacional sino una realidad regional de dimensión adaptada (dentro de la actual globalización económica) para impulsar otro modelo de producción y consumo (hacia la relocalización ecológica de la economía).
La democracia de la urgencia ecológica
Llegado a este punto, no podemos obviar una cuestión planteada por algunos autores ecologistas: ¿es compatible la urgencia de la crisis ecológica con los tiempos que implican la democracia de la autolimitación, de los sin voz y de la glocalidad? Es cierto que esta democracia descrita en el artículo supone procedimientos complejos y alargados en el tiempo para poder deliberar, debatir de forma contradictoria, (in)formar a la ciudadanía y articular a una multitud de redes y agentes con intereses múltiples a diferentes niveles locales, regionales y mundial. Asimismo, según Semal y Villalba (2010), existe una incapacidad intrínseca de los procesos deliberativos democráticos a integrar la urgencia en su percepción del tiempo. Es más: hay un ultimátum ecológico (reforzado por el cruce de las cuestiones climáticas y energéticas) y por tanto una “cuenta atrás” para tomar decisiones fundamentales, so pena de una desaparición brutal de cualquier ideal democrático.Sin negar esta objeción, estas reflexiones se basan por un lado en la predominancia de un escenario de tipo “colapso” (10) y, por otro lado, tienden a favorecer una respuesta a través de una élite eco-ilustrada. Si bien estoy de acuerdo en que hay prisa en adoptar cambios estructurales y no queda casi margen de maniobra para equivocarse, la capacidad de aguante del sistema actual ante el derrumbe social y civilizacional (por encima, por ejemplo, de lo que predicaba el primer informe del Club de Roma en 1972) parece indicar que todavía es probable que exista una “ventana de sostenibilidad” para alcanzar reformas sustanciales y compatible con una transición democrática hacia una sostenibilidad solidaria local y global (que requeriría en torno a una generación). Dicho lo dicho, lo escrito no deja de ser una apuesta con cierta dosis de fe en el ser humano (al igual que los ecologistas del colapso aplican otros tipos de creencias, más pesimistas y hobbesianas, sobre la humanidad). Simplemente, tenemos que admitir que los escenarios de futuro no pueden ser pronosticados puesto que carecemos de una información completa sobre el estado actual del sistema, que no podemos prever la evolución de sistemas complejos turbulentos y que tampoco podemos anticipar las decisiones humanas futuras ante dichas evoluciones.
En conclusión, dentro de la democracia ecológica del siglo XXI marcada por la incertidumbre y la indeterminación, nuestra primera meta es poner todos los recursos para construir sociedades resilientes y cohesionadas preparadas a enfrentarse a cambios bruscos y a probables puntos de ruptura e inflexión. Mi apuesta es clara: no solo es deseable sino que es también posible desde una democracia radicalmente reformada desde la ecología.
Referencias:
Bourg, D. y Whiteside, K. (2009): Pour une démocratie écologique. Disponible en:
http://www.laviedesidees.fr/Pour-une-democratie-ecologique.html?lang=fr
Coote Anna, Jane Franklin and Andrew Simms (2010): 21 horas: Por qué una semana laboral más corta puede ayudarnos a prosperar en el siglo XXI, New Economics Foundation. Disponible en castellano en http://www.ecopolitica.org/
Great Transition Initiative (2010): Imagine All the People: Hacia un movimiento de ciudadanos del mundo, en Visiones y caminos para un futuro lleno de esperanza, GTI.
Latour, B. (2006): “El Parlamento de las cosas”, la Vanguardia, 08.02.2006
Latour, B. (2010): “Remettre les non humains au coeur de la politique”. Ecorev, Invierno 2010, n34.
Marcellesi, F. (2008): Ecología política: génesis, teoría y praxis de la ideología verde, Bakeaz.
Onesta, Gérard (2007): “A European to a Wolrd Parliament” en The Case for global democracy, advocating a United Nations Parliamentary Assembly, Kauppi et al.
Semal, L. y Villalba, B. (2010): “Obsolescence de la durée et actualité du délai”. Ecorev, Invierno 2010, n34.
Riechmann, Jorge (2008): “¿Cómo cambiar hacia sociedades sostenibles? Reflexiones sobre biomímesis y autolimitación”, Democracia Ecológica. Formas y experiencias de participación en la crisis ambiental.
Riechmann, Jorge (2005): Un mundo vulnerable: ensayos sobre ecología, ética y tecnociencia, Los Libros de la Catarata, Madrid 2000
Viveret, Patrick (2002): Reconsidérer la richesse : rapport final de la mission “nouveaux facteurs de richesse”, Secrétariat d’Etat à l’économie solidaire, Paris
Notas:
(1) El Consejo de Europa impulsa en varias localidades europeas la elaboración participativa de indicadores de progreso y de bienestar compartido por todas las personas y agentes de un territorio. Más información: https://spiral.cws.coe.int/
(2) El Parlamento de la calle fue un ejercicio de democracia directa impulsado por movimientos de lucha contra la pobreza que interpeló la Asamblea Nacional de Québec. Como respuesta, el Primer Ministro quebequense creó un órgano llamado el “Cruce de los saberes”. De sus trabajos nació el indicador “producto interno suave”. Más información: http://www.produitinterieurdoux.org/
(3) El estado de Acre ha definido un indicador de “buen vivir sostenible” que tiene en cuenta su principal riqueza: el bosque amazónico. El proceso se ha llevado a cabo de forma participativa con economistas brasileños y la sociedad civil local —en primer lugar, los pueblos indígenas— y ha contado con el asesoramiento de una ONG y una universidad francesas. Más información: http://www.france-libertes.org/Creation-de-l-Indicateur-de-bien.html
(4) Más información en http://movimientotransicion.pbworks.com
(5) Más información: http://jno.hu/en/?&menu=intro
(6) Más información: http://www.klimabuendnis.org/
(7) La Great Initiative Transition propone de hecho una triple dinámica “Desde abajo: las responsabilidades deberán desplazarse hacia los niveles locales dentro del espíritu de subsidiariedad y participación. Desde arriba: las crecientes necesidades de gobernabilidad global desplazarán una parte mayor de la toma de decisiones al contexto internacional. Desde los lados, los negocios y la sociedad civil se convertirán en socios más activos de la gobernabilidad.” (Raskin et al. (2002): La Gran Transición: la promesa y la atracción del futuro, Instituto Ambiental de Estocolmo, p54).
(8) Incluso existe una campaña mundial para una Asamblea Parlamentaria en la ONU: http://es.unpacampaign.org/about/index.php
(9) Por ejemplo, los premios Nobel de economía del 2011 recomiendan que, para superar la crisis, Europa se dote de un presupuesto federal al igual que lo hizo Estados Unidos tras su independencia en 1776. Fuente: http://www.lemonde.fr/economie/article/2011/10/10/resoudre-la-crise-de-la-dette-un-jeu-d-enfant-pour-les-nobel-d-economie_1585401_3234.html
(10) Llamo colapso a un escenario de futuro donde los conflictos y las crisis entran en una espiral descontrolada y las instituciones se desploman.
"A renda básica garantiría uns 500 euros ao mes a cada adulto" Daniel raventós
Daniel Raventós - Profesor de economía, promotor de la renta básica
"Na política económica non hai unha soa medida neutral, sempre hai que decidir a quen se beneficia. Só un ignorante colocaría a economía á marxe do político"
Daniel Raventós (Barcelona, 1958) é doutor en economía, profesor titular da Universidade de Barcelona e un dos promotores da renda básica, cantidade que sería abonada polo Estado a cada cidadán. Acaba de publicar o libro ´A renda básica na era das grandes desigualdades´, no que defende que é posible dar a un salario a todo o mundo e erradicar a secuela de pobreza que se cerne sobre España, con centos de miles de familias que xa non reciben ningún ingreso.
–Nin falar. Sen liberdade non pode haber mellores condicións laborais, aínda que veñen deteriorando en todo o mundo durante o últimos corenta anos.
–Ata as manifestacións do pasado domingo, criamos que os sindicatos desapareceran.
–Estiveron demasiado prudentes en todas as actuacións que se sucederon desde maio de 2010. Haberán de ser máis activos contra unha reforma laboral que a propia patronal declarou que lle encantaba, ata o punto de que rebaixaron o seu entusiasmo inicial. O empresariado non se mostrou contento con ningunha das 56 anteriores.
–En cambio, os Indignados extinguíronse.
–Equivocouse quen pensase que se manterían activos constantemente. Os Indignados son heteroxéneos e costa moito polos en marcha, pero espertaron simpatía entre a poboación e estanse preparando para reactivarse.
–A renda básica significa vivir sen traballar?
–Ao contrario, é unha medida que favorecerá a incorporación ao mercado laboral. Finánciase cunha reforma do imposto sobre a renda e, a diferenza de todos os subsidios –que son condicionados–, a renda básica é compatible con outros ingresos.
–Ao paso que imos, teremos que conformarnos coa renda básica.
–Non creo. Aínda que pensamos que sería beneficiosa en épocas de bonanza, as súas virtudes fanse máis evidentes en tempos de recesión, porque loita contra a pobreza e a inseguridade.
–De canta renda estamos a falar?
–Un bo criterio é o limiar da pobreza, un dato obxectivo que equivale á metade da renda per cápita de cada rexión. No reino de España estaría ao redor dos 500 euros por mes e adulto.
–Só o traballo fainos libres.
–Nin pensalo. A maioría de asalariados traballan como medio para facer outra cousa. Esta concepción instrumental do emprego é negativa, e a renda básica permitiría que as persoas se dedicasen a outras cousas cunha liberdade que hoxe non teñen. Por exemplo, ao traballo voluntario.
–Os funcionarios son a nova clase privilexiada?
–É unha das terribles demagoxias atizadas polo Goberno e os sectores próximos á reforma laboral, e gañaron a batalla. Téntase nivelar por baixo, a imaxe dos chistes de Forges sobre os funcionarios de ministerios de Madrid con pouco traballo. Esquécense así as achegas en sanidade e educación.
–Os ricos poderán seguir sendo ricos nun mundo de pobres?
–Nunca pensan que teñan bastante. Os ricos son hoxe máis ricos que fai trinta anos, mentres o resto da poboación se empobrece. En Estados Unidos gravábanse os seus ingresos ao 90%, hoxe meteríase no manicomio a quen o propuxese. Por iso, a única partida que non recortou a Generalitat é a de policía, porque aumentará a delincuencia e abarrotaranse as prisións. A polarización únese á crise, pero a situación non ten por que estalar.
–Vostede é economista, polo que o reduce todo á economía. E así sucesivamente.
–A vida é afortunadamente máis rica que a economía, e defendo ao contrario que a miña disciplina vén precedida pola política. Galbraith sostén que só un ignorante, ou máis frecuentemente un impostor, colocaríaa á marxe do político. Non hai unha soa medida neutra de política económica, sempre hai que decidir previamente a quen beneficia.
–Segundo as táboas do imposto sobre a renda, en España non hai ricos.
–Efectivamente, os empresarios declaran ingresos de mil euros mensuais de media, moito menos que os seus traballadores. Nesas táboas obsérvase a gran fraude fiscal que hai no reino de España.
–E o internacionalista faise nacionalista catalán.
–Dito así sería incorrectísimo, unha cousa é proclamarse internacionalista e outra non ver que hai nacións oprimidas por Estados. Non comparto os intereses que representa Mais, que só defende unha parte da miña nación.
–Unha república é máis eficiente economicamente que unha monarquía?
–A diferenza obedece a outros criterios. É unha distinción case de hixiene pública, entre a elección por sufraxio universal na república e unha monarquía que se decide por unha cuestión de espermatozoides, que reportan os privilexios consecuentes.
lunes, 27 de febrero de 2012
Plantas que curan, plantas prohibidas
Plantas que curan, plantas prohibidas from Miquel FM on Vimeo.
Josep Pàmies é un agricultor coñecido polo seu apoio á iniciativa lexislativa popular contra os transxénicos en Catalunya, e por ser membro da asociación "A doce revolución", dende onde promove o coñecemento e uso das plantas medicinais.
Hoxe coñeceremos algo máis sobre estas plantas que curan e sobre o particular cruzada de Josep contra certos intereses que, ao parecer, pretenden controlalas.
Hoxe coñeceremos algo máis sobre estas plantas que curan e sobre o particular cruzada de Josep contra certos intereses que, ao parecer, pretenden controlalas.
sábado, 25 de febrero de 2012
Capitalisme, un itinerari crític. Entrevista a Miren Etxezarreta
Capitalisme, un itinerari crític. Entrevista a Miren Etxezarreta from marc planas on Vimeo.
O sistema capitalista, explicado dun xeito inmellorábel por Miren Etxerzarreta, catedrática de Economía Aplicada na UAB
Individualismo, agresividade, violencia, ferocidade, paradoxo do control, competitividade salvaxe, destrución do Estado de Benestar, mercantilización das relacións sociais, privatización, creba social, desigualdade, sufrimento, imperialismo, colonialismo, dominio, prepotencia, mentiras, represión, reestruturación do Estado, dominio aberto do capital sobre o Estado, ditadura financeira e industrial, tiranía. Son os síntomas do sistema político, económico e social descritos en 'Capitalisme, un itinerari crític', un documental deProduccions Itinerants realizado a partir dunha serie de entrevistas a Miren Etxerzarreta, pensionista de 74 anos, catedrática de Economía Aplicada na UAB.
Trátase, dende o meu punto de vista, da perfecta descrición do sistema capitalista; unha verdade incómoda que conmociona. 'Capitalisme, un itinerari crític' é unha obra mestra da verdade que non debe deixarnos indiferentes nin inmóbiles. Unha paisaxe escura na que sobresae finalmente a voz optimista de Miren Etxerzarreta e a súa esperanza en que se producirá unha reacción popular e e unha nova loita de clases.
Dende o tardofranquismo, Miren Etxerzarreta estivo implicada en diferentes loitas e movementos sociais, e hai anos que percorre estudios de televisión discutindo cos gurús do neoliberalismo. Os seus amplos coñecementos económicos fan da súa voz unha testemuña incómoda polas actuais políticas económicas. A través dela, este documental de media hora de duración propón unha lectura crítica do sistema económico vixente.
Extraido de Galicia Confidencial http://www.galiciaconfidencial.com/nova/9773.html
lunes, 20 de febrero de 2012
Conferencia de Christian Felber sobre a Economía do Ben Común
Christian Felber - Conferencia en Alcoy from ATTAC.TV on Vimeo.
Conferencia de Christian Felber sobre la Economía del Bien Común- Alcoy, Febrero de 2012.
Producido por TV Alcoy y AttacTV.
Conferencia realizada por Christian Felber sobre a Economía do Ben Común. Unha iniciativa de Paco Álvarez e Juan Cascant del Celler la Muntanya. Organizada por l'Associació ELVIART, coa colaboración do CEEI-Alcoy, La Cámara de Comercio de Alcoy, a Universidade Politécnica de Valencia Campus de Alcoy e o Clúster de Disseny Global. Unha produción de TV Alcoy e AttacTV. Recordar, se apoyais o modelo podeís asinar en http://www.gemeinwohl-oekonomie.org/es/unterstutzende/ Máis informacion en http://www.facebook.com/economiadelbiencomun
lunes, 6 de febrero de 2012
domingo, 5 de febrero de 2012
jueves, 2 de febrero de 2012
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